Quizás me falta haber estado en el otro lado, pero de la misma manera, me gustaría que la gente supiera como se siente un médico cuando un paciente sufre una complicación. Evidentemente es una visión personal y no se puede generalizar, pero ante algunos casos que me han tocado recientemente decidí darle alguna vuelta más al tema.
Cuando haces cualquier acto médico el riesgo de que algo vaya mal existe. Cuando esto ocurre, todos los médicos a los que he conocido lo pasan realmente mal. Muchas veces intentas solucionarlo tú mismo si puedes y si no buscas a quien pueda hacerlo, preocupándote de que se haga lo antes posible. Normalmente repasas mentalmente todos los pasos buscando donde has podido hacer algo mal, o simplemente tomado la decisióm, que aún siendo correcta, condicionó la complicación. No es buen trago, porque aunque lo hayas hecho todo bien, los problemas ocurren y tú buscas el posible fallo aunque sepas que hiciste todo bien. A veces te quita el sueño e incluso las ganas de continuar con una profesión que a día de hoy nos concede demasiado pocas alegrías.
Por eso, cuando una denuncia se cruza en tu camino, echas más de menos el que a su lado no aparezcan las cartas de los que has ayudado, por los que te has quedado fuera de tu horario, los que han ocupado las horas reservadas al sueño tanto en el trabajo como en casa… y que muchas veces son los mismo que te han denunciado.
La negligencia existe, también los errores, que no tienen porque ser negligencias, pero muchas veces nos toca la lotería de la complicación sin que nadie tenga la culpa.