Formas


Vuelan por mi mente palabras, gestos y pensamientos que no consigo atrapar. Como una nebulosa. Como siempre, intento coger imagenes sueltas, porque para mi las palabras toman formas visibles, así como los sonidos o los sabores, pero me es imposible atrapar nada. Las palabras huyen hacia otros lugares donde serán mejor acogidas, tratadas con más ternura o más gusto. Pero está bien así. En el fondo no me gusta lo concreto. Llegados a este punto en el que la finalidad (si es que tal cosa se sostiene) es la expresión, la mayor parte de las veces prefiero quedarme en la forma, en el vacío cubierto que muestra retales de nada. Y así termina mi estrofa, como una escultura hueca.

Devuelta


A veces me meto en mi propio blog y miro si ha cambiado en algo, pero desde hace demasiado tiempo sigue como lo dejé, mudo y expectante. Hoy dos personas me han animado a seguir y a las horas intempestivas en las que me vuelvo a mover, escribo sin guión y sin tema, dejando el poco ánimo que me queda para poner algo nuevo en escena sobre el teclado del ordenador.
Mi nuevo trabajo, mi nueva vida recién estrenada me ha traído muy pocas sensaciones y algunos reencuentros, que apenas avivan mis sentidos anestesiados. Al menos estás tú, para sacudirme un poco y animarme a mordiscos y llenarme de vida.
La anestesia deja de hacer efecto en algún momento. Allí te esperaré si no te cansas.

Razones y porqueses


Aún no tengo muy claro porque escribo este blog. Ni para quién lo escribo ni lo que pongo en él. No es un diario, porque mi alma, oscura y escondida ha decidido permanecer oculta incluso a mi escrutinio. Será la envidia que comentaba en mi último post y que todavía siento cuando leo la forma que tienen de descubrirme mi propio mundo la gente que me rodea y a la que cada día tengo la sensación de conocer un poquito más. O quizás una forma más de esconderme detrás de un teclado y una pantalla para evitar la vida que otros cuentan tan bellamente. 

No creo que descubra pronto porque escribo el blog, pero sea lo que sea, funciona, porque aquí sigo, al pie del teclado escribiendo lo que se me viene a la cabeza, esperando que el tiempo y la práctica me traigan las razones y los porqueses, o al menos me consigan unos nuevos.

 

«…que estaba interesado en averiguar razones y saber porqueses y un día apareció por esa puerta, con la intención de irse por esta escalera, y hasta ahora.»

Enrique Jardiel Poncela. Los habitantes de la casa deshabitada.

El otro


Vuelvo a escribir, acompañado de esa furia que a veces me acopaña cuando leo a otros. Es envidia, envidia malsana que me atormenta y me hace sentir pequeño como las torres de la castellena hacen sentirse pequeña a mi adorada Paz. O tal vez no es sana la envidia, puesto que en el fondo no añoro tanto su capacidad de escribir como su capacidad de sentir. En ocasiones así me pregunto si este afán por escribir que me ha desbordado ultimamente no será un último intento para despertar mis sentidos y volver a ser aquel que nunca he sido, pero que siempre he deseado ser.

Es posible, es posible…


Un año entero de trabajo, de sacrificio y entrega. Muchas horas sacadas de donde no las había; salientes de guardia, escapándonos de otros compromisos, dejando de lado estudios y placer… todo ello para algo que en 4 días se habrá terminado.  Hemos tenido casi todos los contratiempos que podíamos tener. Hemos pasado todas las crisis habidas y por haber, pero al final ha llegado nuestro momento, aquello por lo que hemos dejado tantas cosas atrás. Después vendrá el relax y la satisfacción, pero hasta entonces queda aguantar los nervios y la tensión.

Mañana conseguiremos ser uno encima del escenario y hacer pasar a un grupo de amigos un rato agradable;  pero los buenos momentos (y los malos compartidos, que tienen su importancia) serán nuestros. Mañana haremos soñar a la gente, pero lograremos ese punto de creación que todos buscamos en algún momento.

Es posible, es posible.